Inicio rápido (o Fast Startup) es una característica de Windows 10 y Windows 11 que, como su nombre lo indica, permite el arranque rápido del sistema. Cuando Inicio rápido está activado, Windows no se apaga completamente tras el pedido de los usuarios. En lugar de ello, se suspende y guarda el estado actual en un archivo de hibernación. Al ser encendido, usará la información de este archivo para retomar rápidamente ese estado, acelerando el proceso de arranque.
Inicio rápido es una característica predeterminada de Windows 10 y Windows 11 diseñada para beneficiar a los usuarios que desean reanudar rápidamente sus tareas y programas luego de encender el sistema. Pero en algunas ocasiones puede conducir a errores, por ejemplo, fallos al cargar el archivo de hibernación, comportamientos inestables relacionados con la falta de actualización de programas o del mismo sistema que necesitan un apagado completo.
También puede ocurrir que este archivo de hibernación sea muy grande y produzca errores por falta de espacio, sobre todo en unidades SSD con baja capacidad de almacenamiento. Por lo tanto, puede ser conveniente su desactivación mientras se solucionan los problemas.
Cómo desactivar Inicio rápido en Windows 10 y Windows 11
Haz clic en el menú Inicio. En la casilla que dice Buscar aplicaciones, configuraciones y documentos, escribe “control panel”. Cuando aparezca la aplicación Panel de control, haz clic en Abrir.
Haz clic en Sistema y seguridad. En Opciones de energía, haz clic en Cambiar las acciones de los botones de inicio/apagado.
En la ventana Definir los botones de inicio/apagado y activar la protección por contraseña, haz clic en Cambiar la configuración no disponible actualmente.
Ahora ve a Configuración de apagado y desmarca la casilla Activar Inicio rápido (recomendado). Para terminar, haz clic en Guardar cambios.
Cuando quieras revertir este ajuste, sigue los mismos pasos hasta llegar a la opción Inicio rápido (recomendado). Activa con una marca esta opción. Luego, haz clic en Guardar cambios.